miércoles, 28 de septiembre de 2011

Quería solo un minuto, un minuto para mí, para mirar, caminar, observar, quería un minuto para estar con ese yo que habita en mi interior…

Necesitaba un minuto… tomar las cosas con calma, mirar a mí alrededor, fue un buen ejercicio, pasar por las mismas calles y ver cosas tan extrañas, la mujer vestida de negro, la señora gorda, la flaca, el carro gris, las casas, las imágenes de la virgen en los balcones, los señores sentados en aquella tienda,

los niños jugando… Todo tan antiguo y tan nuevo a la vez…

Sensaciones extrañas recorrían mí cuerpo, felicidad, angustia… la ambivalencia de aquel momento.

Mientras caminaba a mi casa pensaba en cuantos momentos como estos he dejado pasar, como dice  Dostoievski “Dios mío, un solo momento de dicha, ¿pero es que  acaso no es justo para toda la existencia de un hombre?” pienso en cuantas veces he dejado pasar instantes de felicidad, buscando quizá en lugares y personas equivocadas, no quiero decir que equivocarse está mal, pero cuan bueno sería no tener que sufrir, no tener que equivocarse.

¿Aunque… que sería la vida sin equivocaciones, acaso tendría algún sentido pasar por este mundo como  la mujer perfecta, la intachable, la serena, no… definitivamente esto no es lo que amo, la verdad a esta mujer que escribe estas líneas, le gusta equivocarse en cada momento, y no se siente mal por ello, aprender de tus propios  errores es más sabio que aprender de teorías ajenas, de vivencias extrañas que no te pertenecen…

martes, 27 de septiembre de 2011


-Buenas noches, ¿si sabe quién soy yo?...


-La verdad no lo sé, creo haberlo visto, pero la verdad no, no sé.

-Y si yo le digo que sí sabe quién soy.
 nos conocemos hace muchos años, yo lo veo entrar y salir de su casa, lo veo escribir, lo escucho pesar, lo veo dormir se lo que lo atormenta, se lo odia, se lo que ama… son muchos años viviendo a su lado...

-Perdone señor no lo conozco, usted está loco, disculpe me tengo que ir…

-Sí señor, le aseguro, usted sabe quién soy, yo conozco sus secretos más repugnantes, se lo asqueroso de sus deseos, yo lo he acompañado incluso en los momentos inconfesables de su nauseabunda existencia, usted es otro repugnante ser humano…

-Disculpe tengo miedo, dígame usted quien es, que quiere…

-¿no me reconoce aún?
 
-amigo le diré  quién soy, yo soy su conciencia...