Quería solo un minuto, un minuto para mí, para mirar, caminar, observar, quería un minuto para estar con ese yo que habita en mi interior…
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Sensaciones extrañas recorrían mí cuerpo, felicidad, angustia… la ambivalencia de aquel momento.
Mientras caminaba a mi casa pensaba en cuantos momentos como estos he dejado pasar, como dice Dostoievski “Dios mío, un solo momento de dicha, ¿pero es que acaso no es justo para toda la existencia de un hombre?” pienso en cuantas veces he dejado pasar instantes de felicidad, buscando quizá en lugares y personas equivocadas, no quiero decir que equivocarse está mal, pero cuan bueno sería no tener que sufrir, no tener que equivocarse.
¿Aunque… que sería la vida sin equivocaciones, acaso tendría algún sentido pasar por este mundo como la mujer perfecta, la intachable, la serena, no… definitivamente esto no es lo que amo, la verdad a esta mujer que escribe estas líneas, le gusta equivocarse en cada momento, y no se siente mal por ello, aprender de tus propios errores es más sabio que aprender de teorías ajenas, de vivencias extrañas que no te pertenecen…
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